Cuenta la leyenda que más de 2000 años a.C. en China, mientras el emperador Shen Nung descansaba apoyado a un árbol de té, algunas de las hojas fueron arrastradas por el viento yendo a parar al agua hirviendo que el emperador calentaba en su caldero. Tal accidente sirvió para dar a conocer las propiedades refrescantes y reconstituyentes del té.
Sea o no cierta la leyenda, sí que sabemos que el consumo de té se inicia en China, y de ello si hay documentación de hasta tres siglos a.C. Lo más lógico sería pensar que la llegada del té a la Europa occidental fue directamente del continente asiático, pero curiosamente el té llegó a Europa de manos de los árabes. Éstos fueron los primeros en comercializar con el té tras establecer las primeras rutas comerciales con China, y posteriormente lo introdujeron en el continente europeo. No es de extrañar, entonces, la importante tradición tetera existente en los países árabes y, ligado a tal tradición, un extensa variedad en la artesanía tetera árabe.
Las teteras árabes están pensadas para el consumo de té verde con menta y se diferencian notablemente por el material que están construidas. Siempre de acero o de plata, incorporan el factor decorativo a base de labrados, dibujos y, sobre todo, relieves. Pero no solo de teteras vive la artesanía del té, otros elementos tales como bandejas o vasos de té son casi un mundo paralelo en el que podemos encontrar una variedad tan grande como exquisita.